Hacemos envases de cartulina. Algo tan simple y tan complejo. Porque un envase es el primer contacto que el consumidor tiene con su producto. Es su carta de presentación y el que puede generar amor a primera vista. Desde nuestros comienzos nunca dejamos de crecer, pero jamás perdimos espíritu artesanal de la imprenta. Para nosotros cada trabajo es único. Y así lo hacemos, evaluando alternativas, proponiendo ideas, teniendo en cuenta el presupuesto sin descuidar el resultado.
Vivimos en la era de la imagen. Y la industria cosmética forma parte del mundo de la estética. En estos casos, el contacto entre el consumidor y el producto debe ser amor a primera vista. En Farmográfica garantizamos la calidad de los envases, pero también ese mágico encanto que perciben los ojos y llegan al alma.
El envase de cartulina le transfiere a las bebidas nobles un atractivo particular. Como el cofre que esconde un tesoro, hace volar la imaginación y genera una expectativa creciente. Esa atracción inicial culmina en un momento único en que el producto y el consumidor se hacen uno y convierten ese instante en una experiencia memorable.
Un envase que contiene un producto para el cuidado de la salud, debe verse saludable. Para lograrlo, deben coincidir diversos factores como un buen diseño, una materia prima de calidad o una terminación impecable. Eso es lo que hacemos en Farmográfica y lo que nos permite mantener nuestro liderazgo a través de los años.
La gran oferta de productos a los que nos exponemos a diario hace indispensable la necesidad de tener que diferenciarnos y ser fácilmente reconocibles. Para eso, es necesario interpretar los requerimientos de cada proyecto y la cultura y los valores que la marca desea transmitir en su envase.